La República de la Malí es uno de los países situados en la región de Sahel, en África Occidental. Su población, de 15.839.500 de habitantes, es en un 85% rural y vive de la agricultura y la ganadería, a pesar de que la mayor parte del territorio es desértico o semidesértico y es altamente vulnerable al cambio climático, siendo esta una tendencia que se va a agravar en el futuro.
Malí es uno de los países con un índice de desigualdad de género más altos del mundo, 176 de 187 puestos.
Todo esto impide el acceso a los alimentos básicos, al agua y a la salud y sitúa a Malí en el puesto 175 del total de 187 países en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Según los datos del PNUD, más de la mitad de la población viven por debajo de la línea de la pobreza y las tasas de desnutrición aguda de los menores es de 10-15% (ECHO).
La presencia de grupos armados en el territorio maliense y las tensiones separatistas constituyen fuentes de inestabilidad que viene a agravar las dificultades cotidianas de los malienses. Como el resto de los países de la zona saheliana, Malí enfrenta sequías periódicas que comprometen aún más la supervivencia de la población.
Habla Nuestra gente
La mayoría de las mujeres nos ocupamos de actividades rurales, y el comercio de cereales es una de nuestras principales fuentes de ingresos. En años cuando la cosecha es mala, durante meses no tenemos nada con lo que alimentarnos. Por eso, también nos dedicamos al cultivo de hortalizas, para diversificar nuestras fuentes de ingresos y de alimentación. Trabajamos duro, junto con organizaciones como el Movimiento por la Paz, para mejorar esta labor.
Para nosotras, las mujeres de Farena, el perímetro hortícola es la fuente de salud de la población. Aquí es donde podemos cultivar. Los productos hortícolas nos ayudan a reducir la incidencia de las enfermedades relacionadas con la malnutrición debido a la diversificación y la riqueza de la dieta. Además, la horticultura ha reducido considerablemente la tasa de desempleo especialmente entre las mujeres. El perímetro hortícola está dividido en parcelas. Cada unidad la trabaja una mujer de una familia distinta, así aseguramos que todas ellas tienen un espacio adecuado y suficiente para cultivar. Las semillas se obtienen a través de la contribución individual de todas y cada una de las agricultoras, a un precio de 300 francos CFA por 10m2 y una cuota mensual de 250 francos CFA por mujer (al cambio, 0.40€).
Con las sequías, ciertos cultivos no terminan su ciclo y se producen numerosos casos de abandono de superficies cultivadas porque el suelo se seca. Muy pocas familias pueden cubrir sus necesidades de alimentos con lo que sacan de su cosecha. La población tiene hambre y continuará teniendo hambre. Todo se agrava porque el precio de los cereales sube mucho. Algunas familias están tirando de sus pequeños ahorros, vendiendo sus medios de producción o solicitando el apoyo de la diáspora, una ayuda que ha quedado mermada por la crisis económica en Europa.
La mutilación siempre había sido un tabú en el pueblo, nadie quería oír hablar de ello. Poco a poco creamos grupos de discusión para hablar abiertamente sobre las consecuencias de la escisión genital en la mujer, tanto en su salud en general como en el embarazo o el parto, y ver la posibilidad de abandonar la práctica. Hace ya más de dos años que no se practica la escisión en el pueblo. Es una decisión firme que no tiene marcha atrás.