Cuba: acciones conjuntas frente a la COVID-19

En marzo de 2020, Cuba, al igual que el resto de países del mundo, se paró. Debido a la pandemia COVID-19, el turismo colapsó y la economía cubana comenzó a sufrir tras el cierre de fronteras. Un conjunto de ONGs y asociaciones de la sociedad de civil, con el apoyo financiero de la UE, identificamos las necesidades del país y trabajamos para mitigar el impacto de la pandemia.


Cuba: acciones conjuntas frente a la COVID-19
En un primer momento, se decidió apostar por la compra de insumos para la protección del personal de salud, pero viendo que la crisis de la COVID-19 no iba a tener una solución a corto plazo, se decidió trabajar en proyectos que generasen capacidades y soberanía tecnológica para abordar la crisis a largo plazo. Gracias a esto, en el Centro de Neurociencias de Cuba se pudo financiar una planta de insumos médicos con equipamiento de maquinaria industrial para fabricar mascarillas quirúrgicas y gafas de protección, elementos básicos para hacer frente al virus y que hasta ese momento Cuba tenía que importar. Produjimos entre 16.000 y 20.000 mascarillas en el momento más crítico de la pandemia. Estos equipos, además de los elementos de protección, permiten que en el futuro se puedan producir otros dispositivos médicos de gran utilizan para el Servicio de Salud Pública.

El proyecto aunó a la sociedad civil, los gobiernos y las instituciones y consiguió que estas se coordinasen e llevasen adelante el proyecto con éxito. Ciudadanas y ciudadanos cubanos, de manera desinteresada, diseñaron las primeras mascarillas para aportar a los hospitales, a lo que fueron sumando otros materiales necesarios como batas, guantes o soluciones para desinfectar. Incluso se llegaron a fabricar los respiradores necesarios para las plantas de terapia intensiva. Gracias al proyecto de cooperación, se pudo acceder a materia prima básica para la elaboración de las protecciones que debido al bloqueo que sufre Cuba no hubiesen podido conseguir de otro modo. Los materiales fueron distribuidos por todo el territorio nacional, especialmente en los territorios con mayores dificultades.

De forma paralela, se pusieron en marcha otros dos proyectos para paliar las consecuencias de la COVID-19. Por un lado, se fomentó la cooperación técnica entre expertos/as en epidemiología de España y Cuba. Esto permitió compartir conocimientos y aportar valor añadido para hacer frente ala situación dotando a la sociedad cubana de los medios tecnológicos necesarios para esta interacción con los servicios en España. Y, por otro lado, se puso en marcha un proyecto para fortalecer la atención a las personas mayores en La Habana, ya que, este grupo de población era el grupo en situación de mayor vulnerabilidad tras el comienzo de la pandemia. Se proporcionó a las instituciones cubanas medios para satisfacer necesidades de estas personas como equipos de prótesis auditivas, recursos clínicos para hogares de personas mayores y ayuda técnica necesaria como andadores o sillones de ruedas.

Todas estas acciones, gestionadas por el Movimiento por la Paz -MPDL- en Cuba junto a GVC We World con financiación de la Unión Europea, fueron decisivas para que el país pudiese hacer frente con más garantías al pico de la pandemia en julio de 2021. La cooperación permitió sumar ideas y recursos para mejorar las condiciones de vida de la población en una situación grave de emergencia.

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