

Las difíciles características geográficas y los escasos recursos económicos de que dispone hacen de Níger uno de los países más vulnerables del globo. Además, la incidencia del cambio climático y los cada vez mayores niveles de inseguridad en el Sahel contribuyen a cronificar la preocupante situación de su población, especialmente en zonas rurales.
Geográficamente, Níger es un país de una superficie de 1.267.000 Km² (el equivalente a la Península Ibérica y Francia juntas, aproximadamente) sin salida al mar. Esto, unido a la falta de infraestructuras y conexiones aéreas y terrestres, limita enormemente las relaciones comerciales del país.
Por otro lado, la fragilidad de los ecosistemas y la gran dependencia del ciclo de lluvias convierten a Níger en el país de África Subsahariana con mayor vulnerabilidad al cambio climático, según el FIDA de Naciones Unidas.
Desde el punto de vista económico, durante los últimos años el país ha conocido considerables tasas de crecimiento (6,5% en 2014 y 4,4% en 2015), fruto de la explotación de recursos minerales como el uranio, el petróleo, el carbón y el oro. No obstante, estos avances no logran compensar las limitaciones de una economía eminentemente basada en un sector primario que ocupa a más del 80% de la población activa.
Geopolíticamente, las fronteras nigerinas se caracterizan por una gran permeabilidad, en un contexto altamente inestable, con presencia de AQMI y otros grupos armados. Como consecuencia, existe población refugiada procedente del conflicto de Mali y de la ofensiva del gobierno nigeriano contra Boko Haram al norte de Nigeria.
En términos de desarrollo, Níger ocupa el penúltimo puesto (187) en el último Informe de Desarrollo Humano de Naciones Unidas. Algunos de sus principales problemas en materia de derechos humanos son:
Pobreza. El 48,2% de la población nigerina vive por debajo del umbral de la pobreza, es decir, con menos de un dólar al día. Una pobreza eminentemente rural (de cada 10 personas consideradas pobres, 9 viven en el medio rural) y femenina.
Desigualdad de género. Níger es, según Naciones Unidas, el segundo país del mundo con mayor desigualdad de género, si nos atenemos a su Índice de Desigualdad de Género (0,695), solo por detrás de Yemen y empatado con Chad.
Inseguridad alimentaria. Desde el año 2000, Níger ha sufrido cuatro crisis alimentarias y alimenticias que han afectado a millones de personas. A día de hoy, según el Programa Mundial de Alimentos, aproximadamente 1,5 millones de personas sufren inseguridad alimentaria crónica, y en torno al 20% de la población es incapaz de disponer de alimentos durante todo el año.
Migración. Níger representa un lugar clave para las rutas migratorias que unen las regiones de África del Oeste y África Central con el Magreb, como zona privilegiada desde donde alcanzar territorio europeo. Cada año, unas 100.000 personas transitan por Níger con el objetivo de atravesar el desierto libio/argelino. Como consecuencia de la precariedad e inseguridad de los convoyes organizados por las redes de tráfico de personas, miles de ellas mueren cada año en el desierto. Y miles permanecen bloqueadas en Níger, atrapadas entre la imposibilidad de alcanzar la costa africana y la negativa a retornar a sus comunidades de origen, de las que emigraron en busca de nuevas oportunidades.
Habla Nuestra gente
En las comunidades rurales, la gente no puede acceder a los derechos más básicos. Para luchar contra esta situación, es necesario que dispongan de una serie de capacidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida, por un lado, y reclamar sus derechos, por otro. Por eso, en el ámbito de la salud damos mucha importancia a la educación y formación de las comunidades locales sobre salud primaria y reproductiva, planificación familiar y prevención de enfermedades.
Este centro ha supuesto una mejora importante del sistema de salud. La ciudad se ha dividido en tres distritos y cada uno dispone de una infraestructura sanitaria. El equipo médico está formado por 18 agentes sanitarios, de los cuales 8 son matronas y 5 enfermeros/as diplomados por el Estado. Se ha racionalizado la utilización del personal de salud: anteriormente estaba todos concentrado en las antiguas instalaciones. La población ya no se ve obligada a recorrer tanta distancia.
El primer aspecto positivo de nuestra colaboración con el Movimiento por la Paz es que hemos creado las condiciones para agruparnos en una asociación. Hemos recibido formación sobre la vida asociativa y su gestión, y eso nos ayuda mucho en nuestras relaciones dentro de la agrupación. También hemos conocido el trabajo colectivo y sus beneficios. Ha surgido una caja alimentada por cotizaciones, que nos da acceso a pequeños préstamos con los que solucionar problemas de la vida cotidiana.