Intervención con mujeres en situación de violencia de género para minimizar el riesgo de conducta suicida

Ser víctima de violencia de género es un factor de peso para que la conducta suicida se produzca

El denominado “suicidio machista” es una realidad que desde el Área de Mujer de Movimiento por la Paz –MPDL- queremos resaltar por su dureza y gravedad. El suicidio machista se puede prevenir, y para ello es necesario contar con recursos especializados.


Hoy, 10 de septiembre de 2024, se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, fecha que sirve como recordatorio de que la prevención del suicidio es una prioridad de salud pública y que se requieren medidas urgentes para reducir las tasas de mortalidad por esta causa.

Lamentablemente, la cantidad de suicidios cometidos en todo el mundo se ha incrementado en un 60% en los últimos 50 años, especialmente en los países en vías de desarrollo. Cabe destacar que el número de suicidios reales se estima mayor que las cifras publicadas, puesto que mientras el suicidio permanezca estigmatizado o penalizado, se oculta como causa de muerte. Por este motivo es necesario, más que nunca, poner la salud mental en el centro de las políticas sanitarias, educativas y sociales.

La falta de información estadística sobre la realidad del suicidio en España alimenta que continúe siendo una cuestión silenciada. Los únicos datos oficiales sobre suicidio son el sexo, la edad, la nacionalidad, el municipio donde se produce y el método empleado para quitarse la vida, pero no existe información sobre las causas. Si bien es cierto que la conducta suicida es multicausal, es decir, que responde a la presencia de diferentes factores de riesgo, parece demostrado que ser víctima de violencia de género es un factor de peso para que la conducta suicida se produzca.

La relación entre la conducta suicida y la violencia de género es una realidad invisibilizada, pero no por ello inexistente y que padecen no sólo las mujeres maltratadas, sino sus hijos e hijas. En España, no existen investigaciones oficiales exhaustivas de carácter cualitativo que vinculen el suicidio con la violencia de género, a pesar de que la práctica terapéutica viene alertando sobre esta relación y la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019 evidencia el riesgo.

Uno de los datos más impactantes que vinculan la violencia de género con la conducta suicida, indica que después del homicidio a manos de los maltratadores, el suicidio es la segunda consecuencia mortal de la violencia de género. Los estudios más recientes apuntan a que 4 de cada 10 mujeres que sufren violencia de género se suicidan. A esto se le denomina “suicidio machista” y es una realidad que desde el Área de Mujer de Movimiento por la Paz queremos resaltar por su dureza y gravedad.

El suicidio machista se puede prevenir, y para ello es necesario contar con recursos especializados que faciliten a estas mujeres recibir apoyo y asesoramiento para salir de esa situación. Con este objetivo, se implementa el proyecto ‘Intervención con mujeres en situación de violencia de género para minimizar el riesgo de conducta suicida’ financiado por la Fundación Mutua Madrileña que contribuye a que las profesionales del ámbito social podamos realizar una detección temprana y actuemos ante situaciones de riesgo de que se produzca la conducta suicida en mujeres en situación de violencia de género.

Sufrir violencia de género por parte de la pareja o expareja, impacta en el equilibrio emocional de las mujeres, quiebra su salud mental, y es un factor precipitante de conductas suicidas, viendo la muerte como única vía para escapar del sufrimiento. Es en un contexto de angustia, depresión, desesperanza, donde se produce un suicidio que no es voluntario, sino inducido, provocado, como desvelan las autopsias psicológicas que determinan la relación causal entre violencia de género y suicidio. Se descarta, en la mayoría de los casos, que las mujeres víctimas de violencia de género tengan cualquier tipo de trastorno mental que les lleve a desear la muerte. No valoran quitarse la vida porque no quieran seguir viviendo, sino porque necesitan acabar con su sufrimiento.

A pesar de ello, a menudo estas mujeres se resisten a pedir ayuda. Y es que son muchos los motivos que les llevan a guardar silencio sobre sus ideas suicidas, principalmente para evitar que las cataloguen de enfermas mentales o personas inestables y por ello resten credibilidad a su relato como víctima de violencia. En ocasiones también se mantienen calladas por temor a que esto les perjudique de cara a un proceso judicial de divorcio o custodia de los hijos e hijas, entendiendo que es un argumento que pueden utilizar en su contra. Por esta razón también se oponen con frecuencia a medicarse.

Otros datos estadísticos de interés:

  • Sufrir violencia de género es un precipitante para las conductas suicidas.
  • La prevalencia de pensamientos suicidas entre las mujeres que han sido víctimas de violencia física o sexual de una pareja es cinco veces superior a la de aquellas mujeres que no la han padecido (25,5% frente al 4,7%). Macroencuesta de la Violencia contra la Mujer, 2019.
  • Se estima que del total de mujeres que se suicidan al año, el 20-40% sufrió violencia de género.
  • El porcentaje de mujeres violencia de género que se suicidan es mayor en aquellas que tienen hijos e hijas con el maltratador que las que no los tienen.
  • Diversos estudios muestran que un factor de riesgo del suicidio en adolescentes es la exposición a violencia de género en el entorno familiar.
  • Se ha demostrado que, a mayor severidad o duración de la violencia, mayor intento e ideación suicida, y se respalda el hecho de que la violencia psicológica por sí sola es debilitante de la salud mental de las víctimas, provocando mayor ideación e intentos que el resto de las modalidades de violencia.
  • La triada de violencia psicológica, física y sexual provoca más incidencia de intentos de suicidio que la combinación de violencia psicológica y física en ausencia de la sexual.
  • La víctima es más vulnerable al suicidio cuando toma conciencia del abuso sufrido, de la manipulación y el dominio infringido sobre ellas.
  • Como recomendación, dada la alta relación que se observa entre ser víctima de violencia de género e ideación autolítica y suicida, sería relevante que, en todos los servicios de urgencia, ante un caso de una mujer con intención autolítica, se evalúe la existencia de violencia de género y, por otra parte, que en los servicios de atención específica a víctimas de violencia de género también se evalúe la existencia de ideación suicida.
  • En las unidades de salud mental no se ha sistematizado un protocolo que pregunte a una mujer ingresada tras una tentativa suicida si ha sufrido violencia, y tampoco el personal de atención primaria indaga en este aspecto con sus pacientes.
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