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Si bien los registros históricos han privilegiado en la literatura a aquellos personajes que han hecho la guerra, también han existido otros actores sociales que han sido capaces de contrarrestar esas tendencias y de consolidar una nueva forma de ver, entender y construir la paz. El Movimiento por la Paz –MPDL- es uno de ellos y a lo largo de sus más de veinte años de presencia en Colombia, ha impulsado el desarrollo de iniciativas de paz lideradas por quienes han sido víctimas del conflicto armado, lo que les ha permitido, desde el marco de derechos, reconstruir el tejido social resquebrajado por el conflicto.

En este sentido, el “Manual de buenas prácticas y metodologías en construcción de Paz de MPDL en Colombia” busca sistematizar el proceso y el resultado del trabajo de la organización en Colombia entre 2008 y 2014, en el marco de dos programas financiados principalmente por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) en materia de Construcción de Paz desde lo local. Y ello, haciendo énfasis en la metodología y las buenas prácticas desarrolladas en los ejes de: a) fortalecimiento asociativo y comunitario y b) protección de derechos Humanos y autoprotección comunitaria desde una cultura de paz.

Para nuestra organización, la Paz es un objetivo, y la construcción de la misma un proceso. Por tanto, la promoción de una Cultura de paz en las comunidades ha partido del principio de que cada individuo pueda reconocer y recuperar su propia capacidad de incidir y transformar las situaciones que atentan contra su bienestar, así como su poder de crear redes vivas de colaboración entre individuos que movilicen valores y actitudes hacia la paz, el bienestar social y la defensa de sus derechos, y de esta manera comenzar a narrar nuestra historia desde una perspectiva de esperanza.

Para ello, como se indica en el libro, la principal estrategia del Movimiento por la Paz ha sido la apuesta por los procesos asociativos y el fortalecimiento de las capacidades de las y los actores locales, principalmente los más vulnerables, con el fin de promover el restablecimiento y reparación de sus derechos vulnerados, su protección y autoprotección, en el marco de procesos comunitarios que defiendan la vida y logren la inclusión de las comunidades en la construcción ciudadana de la paz.

Con la puesta en marcha del modelo, las organizaciones campesinas, afrodescendientes, consejos comunitarios, cabildos indígenas, colectivos de comunicación, mujeres, jóvenes y víctimas del conflicto armado recuperaron la confianza en los procesos asociativos e iniciaron procesos colectivos de diálogo, búsqueda de concertación, y movilización para la defensa de sus derechos y la permanencia digna en sus territorios.

El renacer de estas comunidades también le dio al Movimiento por la Paz la posibilidad de crecer de forma paralela y construir su propia ruta de trabajo en Colombia, que se fue enriqueciendo de la mano del trabajo y compromiso con las comunidades. Por ello, analizar lo que ha hecho el Movimiento por la Paz nos permitirá leernos más allá de los escenarios violentos, e identificar las capacidades que la organización y las comunidades han tenido y tienen para la construcción de la paz.

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