¿Qué les decimos ahora a nuestras mujeres?
Lo acontecido ayer tras conocer la sentencia judicial de la manada ha hecho que muchas mujeres y hombres salieran a manifestarse a las calles para expresar su indignación y desaprobación de la sentencia. Indignación que aún seguimos escuchando en las calles, en el transporte público, en los bares y en los medios de comunicación.
Sin duda, lo que esperábamos con esta sentencia es que el principio de igualdad quedará patente en dicho dictamen, pues desde el 8 de marzo pensábamos que podíamos contar una sentencia modélica que diera esperanzas a las mujeres, que empezaran a confiar en los procedimientos y en la justicia y por tanto, comenzasen a abandonar un sentimiento tan arraigado como es el miedo a ser juzgadas cuándo somos violentadas.
Sin embargo, lo que hemos obtenido es el dictamen de una justicia patriarcal que ha vulnerado un principio básico que viene recogido en los derechos humanos, que es el derecho a la dignidad de las personas.
Ha quedado claramente probado que el testimonio, vivencia e informes de la violación no son lo suficientemente creíbles para lograr condenar a los hombres violadores, pues lo que se ha intentado demostrar a lo largo de todo este periodo es si ella decía la verdad y no tanto si estos hombres han ejercido violencia contra una mujer, especialmente al considerar que cinco hombres que te rodean en un espacio reducido no intimidan a una mujer y, por tanto, según la valoración de uno de los jueces, estos deben ser absueltos.
La socialización patriarcal de los que han formado parte de este proceso va a suponer un coste grave para la vida de muchas mujeres y nos ha dado la razón a buena parte de la sociedad que la igualdad real no está conseguida. Existe una necesidad imperiosa de reformar el Código Penal para garantizar un nuevo modelo de lucha contra la violencia machista como se preconizaba en el Pacto de Estado, así como una formación sobre violencia contra las mujeres desde una perspectiva feminista a los y las profesionales de la Administración de Justicia.
Frente a esto, desde Movimiento por la Paz nos preguntamos ¿qué les decimos ahora a nuestras mujeres y niñas? Si por mucho que hagan o digan no tienen una justicia que las proteja, porque lo que hemos visto es que el derecho a una vida digna no está estipulado para las mujeres, se ha visto que la ley opera de manera diferenciada cuando se trata de violencia contra las mujeres, cuando se ha visto que la duda histórica de la palabra de las mujeres sigue tan arraigada dentro de las instituciones y profesionales, cuando se ha visto que no se han juzgado unos hechos, ni se ha juzgado a los culpables (lo que hacen los hombres con las mujeres), si no lo que hacen las mujeres.
Por todo ello reiteramos nuestra afirmación de que SIN NOSOTRAS NO HABRÁ PAZ, y no puede haber PAZ SIN JUSTICIA.