Día del Cooperante

Día del/a Cooperante: "Me valió mucho como ser humano"

Borna Juratovic empezó a trabajar como cooperante en el Movimiento por la Paz -MPDL- en 1994, durante la guerra de los Balcanes. Hoy, en la sede de la organización en Madrid, habla sobre su experiencia durante estos más de veinte años dedicados a la cooperación y sobre las motivaciones, dificultades y retos a los que hacen frente las y los cooperantes en su labor diaria y en su vida.

"En plena guerra de los Balcanes fui a Croacia y de casualidad conocí a un grupo de personas del Movimiento por la Paz -MPDL- que estaba trabajando en un proyecto de Ayuda Humanitaria de Emergencia", relata Borna, de origen croata, nacido y criado en Argentina. "Tenían que ir a una zona de conflicto y necesitaban un traductor para una semana. Fue mi primer contrato, el 6 de julio de 1994. Y hasta la fecha sigo trabajando con el Movimiento por la Paz". Su larga trayectoria como cooperante le ha llevado a trabajar en diferentes países. Hasta el año 2000 estuvo en los Balcanes, después en Mozambique, "uno de los destinos más bonitos que he tenido", destaca. De Mozambique regresó a los Balcanes, a un proyecto legal que involucraba a las seis repúblicas. En 2006 fue a Cuba, posteriormente a Guatemala en dos ocasiones y a Nicaragua. Desde hace casi tres años se encuentra en la sede del Movimiento por la Paz en Madrid.


¿Qué te motivó a seguir en el mundo de la cooperación?

La vez que vine a Europa en 1994 lo hice con la idea de replantearme qué quería hacer. De ninguna manera era la cooperación porque no tenía ni idea, en Argentina no se hablaba de cooperación. A medida que fui aceptando esos primeros contratos decía: “Seis meses más y ya regreso”. Y nunca regresé, solo a visitar a la familia. Me fui involucrando más y he tenido proyectos importantes que motivan. Te motiva el día a día, ver que haces algo que consigue un efecto en la sociedad. Estoy muy contento de haberlo hecho.

¿Qué es lo que más recuerdas?

Las cosas positivas y proyectos con mucho cariño. El trabajo directamente con la gente, ver las mejoras que se lograron. Ver que realmente has mejorado, has contribuido y que los fondos de la sociedad española que se han invertido ahí han servido para algo positivo, para una mejora de la sociedad.

¿Qué crees que aporta un/a cooperante en terreno?

Generalmente recibimos más de lo que aportamos. Todos tenemos algo para dar y todos tenemos mucho que aprender.

¿Y qué cualidades debe tener?

Sentido común, no injerencia y no imposición. Respeto por esa sociedad en la que estás. Lamentablemente hay mucha gente que quiere imponer porque cree que si esto funciona en España o en Europa tiene que funcionar allí. Y genera un problema porque lleva un modelo que no se adapta a la sociedad. Tiene que ser al revés para que sea una colaboración sana, ya que no es ayuda, es colaboración, es cooperación. Nosotros aportamos y ellos nos aportan a nosotros. Y lo interesante sería transmitir todo lo que hemos aprendido como cooperantes a la sociedad española.

¿A qué dificultades tenéis que hacer frente?

Trabajamos en países que son peligrosos y por eso es importante la formación. Por supuesto dependiendo del país, no se puede tener un criterio único y pensar que todos los países son iguales porque no lo son.

He trabajado en países muy peligrosos. En Guatemala me han secuestrado, tuve un serio problema de un robo y una paliza en Mozambique… Pero otros países son muy tranquilos. Balcanes obviamente en una situación de guerra era muy complicado pero contábamos con los cascos azules y las tropas españolas con las que hubo una colaboración excepcional en esos años peligrosos. Pero en países como Guatemala no cuentas con esa protección y es importante haber hecho un curso y saber protegerte.

Otra dificultad es que cuesta mucho mantener la vida familiar y de amigos en la distancia. Una parte la terminas perdiendo. Pero si te gusta y emociona como me ha emocionado a mí, sigues y sacas lo provechoso.

¿Qué ha sido lo más bonito para ti de ser cooperante?

Ver que existían otras realidades y que yo podía vivir en ellas. Porque tres años durmiendo en una estera de lunes a viernes, tomando el agua que había, comiendo pescado seco y arroz, a mí me valió mucho como ser humano. Entiendo que a mucha gente le parecerá raro, pero es un aporte que te hace cambiar tu forma de pensar, tu forma de ver. A mí me aportó mucho. Además de todos los proyectos que hemos hecho.

Si miras atrás, ¿lo volverías a hacer?

Con toda seguridad. No me arrepiento en absoluto y lo volvería a hacer.