"Cuando una mujer migrada es víctima de violencia de género, su proceso de integración pasa a un segundo plano: la supervivencia se convierte en su prioridad"
En esta entrevista enmarcada en el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Begoña Serrano, abogada y responsable del Área de Mujer de Movimiento por la Paz –MPDL–, habla sobre cómo el patriarcado y el racismo se entrelazan para generar formas específicas de violencia hacia las mujeres migradas en España.
Además, Begoña Serrano comparte claves sobre la importancia de una perspectiva interseccional y antirracista en las políticas públicas y en el acompañamiento profesional.
La palabra intersección puede resultar ajena a muchas personas ¿de qué hablamos cuando decimos que existe una intersección entre las violencias machistas y racistas que viven las mujeres migradas en España? ¿Crees que estos dos tipos de opresión se refuerzan mutuamente?
Cuando hablamos de mujeres migradas tenemos que abordar cómo el patriarcado y las migraciones se caracterizan por estar vertebrados por relaciones de poder que generan situaciones de mayor marginación y discriminación para las mujeres. Es por ello, por lo que cuando se analizan las violencias contra las mujeres migradas no podemos centrarnos únicamente en la dimensión de género, sino que hay que incorporar la dimensión racial, étnica y social. Las violencias machistas y el racismo se eslabonan generando experiencias propias para las mujeres, en especial las mujeres racializadas y del Sur Global.
Existen otros sistemas de opresión que, junto al machismo, el racismo, la homofobia y el clasismo, entre otros, van a originar experiencias particulares en cada mujer que requieren abordajes, políticas públicas, medidas y recursos específicos para garantizar una cobertura adecuada.
Que las y los profesionales cuenten con formación en perspectiva feminista interseccional y antirracista es clave para minimizar las violencias institucionales en el acompañamiento a las mujeres migradas en sus procesos.
El recién publicado Informe ‘Migradas: Mujeres migrantes ante la violencia de género’ destaca obstáculos para las mujeres migradas en España como la falta de redes de apoyo, barreras lingüísticas y dependencia económica. ¿Crees que estas condiciones pueden hacer que las situaciones de violencias machistas se refuercen, empeoren?
En el informe se hace referencia al continuum de las violencias contra las mujeres lo que implica la persistencia y transformación de estas violencias en el contexto migratorio. Las violencias contra las mujeres por razón de género es un problema social, político, público, global y transversal sustentado en estructuras patriarcales y coloniales que se mantienen e incluso incrementan con el hecho de migrar.
Que las mujeres en el país de destino no cuenten con las condiciones materiales y sociales adecuadas para iniciar su proyecto de vida refuerza las situaciones de vulnerabilidad y precariedad social que genera contextos de mayor desprotección que pueden agudizar situaciones de violencias.
A las situaciones de violencia machista hay que sumar el duelo migratorio y la adaptación a una nueva cultura. ¿Cómo se trabaja toda esta carga psicológica desde el Área de Mujer de Movimiento por la Paz?
Enfrentar un duelo migratorio o una situación de violencia es complejo y doloroso. Cada fenómeno por separado exige mucho trabajo personal y requieren plazos largos para superarlos. Lamentablemente, muchas mujeres con las que trabajamos tienen que abordar en el mismo momento vital la suma de los dos procesos, y esto puede exceder su capacidad para afrontarlos. Nuestra labor como profesionales se centra en acompañar a las mujeres en las diferentes etapas que van atravesando, respetando sus tiempos y mostrando validación y respeto. Para ello, ofrecemos la posibilidad de que sean atendidas psicológicamente ya que, en esos casos, se presenta como la herramienta más eficaz para reparar el daño y potenciar el bienestar emocional de la mujer.
Ser víctima de violencia de género genera consecuencias muy negativas en la salud de las mujeres, ¿crees que esta situación empeora también el proceso de integración en España?
Cuando una mujer está siendo víctima de violencia de género, su proceso de integración pasa a un segundo plano, siendo la supervivencia su objetivo principal. Las habilidades y estrategias con las que contaba la mujer se ven mermadas como consecuencia de la violencia que ejerce el maltratador sobre ella, lo cual retrasa o impide que se adapte con éxito al país de destino. La experiencia nos dice que cuando las mujeres son capaces de romper las relaciones de violencia se sienten más seguras de sí mismas y recuperan herramientas que las ayudaran a adaptarse a su entorno de forma eficaz.
El informe señala como muy común en las mujeres migradas entrevistadas el no saber dónde acudir para recibir información en situaciones de violencia de género, pues no conocen bien ni sus derechos ni los recursos disponibles. A esta desinformación se suma la desconfianza en ellos, pues no siempre reciben el trato adecuado por su parte… ¿Qué cambios son necesarios en el sistema para facilitar que las mujeres migradas tengan acceso a la información y por otro lado, garantizar su protección?
Para garantizar el acceso a la información y el ejercicio de sus derechos a las mujeres migradas, es determinante abordar las dificultades que afrontan y darles respuesta. Esto implica garantizar que la información sea accesible, lo cual requiere no solo su disponibilidad en distintos idiomas, sino también la asistencia de intérpretes en los distintos procesos y el incremento de recursos sociales especializados que cubran las necesidades de estas mujeres. Además, resulta esencial facilitar y agilizar los procesos de regularización administrativa, ya que estos son determinantes para el acceso pleno a los derechos.
De igual manera, es necesario promover la capacitación interseccional de los profesionales que intervienen en el proceso de detección, identificación, afrontamiento y reparación de las violencias, con el objetivo de erradicar la violencia institucional. Y por otro lado, implementar una perspectiva interseccional en las políticas públicas que aborden estas problemáticas.
Por último, la sensibilización y la educación son claves para erradicar los estereotipos de género y los mitos sobre las violencias contra las mujeres, prestando especial atención a los específicos que afectan a las mujeres migradas, como la idea de que si denuncian la violencia serán expulsadas del país o se les quitará la custodia de sus hijos e hijas. Estos estereotipos y mitos de género son factores que facilitan las distintas violencias machistas y que, además, generan la violencia estructural y simbólica que sustenta las demás formas de violencia de género.