El grupo de mujeres Empoderadas prepara el 8-M
Crónica de Ana Lucía Restrepo, voluntaria del Movimiento por la Paz -MPDL- Cantabria, sobre la jornada de preparación del 8-M, Día Internacional de la Mujer, por parte del grupo de mujeres "Empoderadas". Este grupo se enmarca en el proyecto "Semillas para la Paz" financiado por la Dirección General de Cooperación al Desarollo del Gobierno de Cantabria.
A las cinco de la tarde, del recién pasado y frío miércoles 2 de marzo, dio inicio la enésima reunión de Empoderadas; el encuentro semanal de este grupo de mujeres migrantes residiendo en Cantabria. Sus reuniones suelen realizarse los miércoles; y, con frecuencia, en el Centro Cívico Callealtero, ubicado justo en la Plaza de los Derechos Humanos de Santander.
La agenda del día comprendía actividades de preparación de lemas para las pancartas a portar durante su participación, el 8 de marzo junto a otros grupos de mujeres, en las diversas actividades de conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Al momento, Empoderadas tiene una membresía de 38 mujeres, la mayoría procedentes de alguno de los países latinoamericanos. Unas migraron voluntariamente, motivadas por razones socioeconómicas, o sea en busca de mejorar sus condiciones de vida o de estudio, entre otros motivos; otras son migrantes forzosas, que escaparon de la inseguridad y la violencia por el peligro de perder la vida.
Se trata de mujeres de diversas edades, entre los 30 y los 60 años; la mayoría cursó estudios, incluso universitarios, y cuentan con experiencia laboral en sus respectivas profesiones, artes y oficios.
Son muy sociables y, pese al duelo personal por lo dejado atrás, se empeñan en ser reconocidas como iguales. Es así como, desde recién llegadas, acuden a iglesias, grupos de personas migrantes, connacionales principalmente, así como a entidades de apoyo. Y siempre están abiertas a integrarse a otros tipos de grupos relacionados con sus saberes y preferencias personales, a fin de seguir enriqueciéndose y aportar culturalmente a su ciudad de acogida.
Gestiones para encontrar vivienda y trabajo y regularizar su situación
En su oportunidad, pasaron por el ayuntamiento de su localidad de residencia, para enterarse de los mandatos de ley que les concierne, a fin de cumplir con ellos como disciplinadas ciudadanas. También para enterarse sobre los servicios sociales que se ofrecen para su integración. Esto lo hicieron, poco más o menos, al transcurrir los tres meses de su llegada, dado que ese es el plazo en que se deja de tener calidad de turista.
Cabe añadir que, seguramente, en los ayuntamientos encontraron que la oferta de servicios sociales contribuye a alcanzar cierto nivel de bienestar; pues el hecho de empadronarse, al perder la calidad de turista, obliga a tramitar la tarjeta de salud, con la cual se tiene acceso a atención médica, así como a los otros servicios del mismo ayuntamiento y de muchas otras entidades de asistencia.
También han visitado diferentes entidades que prestan servicios de información, orientación y apoyo para que la acogida sea de calidad y con calidez. De estas esperaban recibir acompañamiento en las diversas gestiones que de inicio precisaban, como encontrar vivienda, trabajo y regularizar su estadía.
De alguna, en todo caso, al menos han recibido diversos cursos que les han permitido fortalecer sus destrezas y conocimientos para adaptarse a trabajos de limpieza y cuidado de personas dependientes; siendo que, en la mayoría de los casos, son desempeños distintitos a los antes realizados por ellas, pero las prepara para acceder a la única oferta disponible para mujeres migrantes sin empadronarse, sin permiso de residencia y sin permiso de trabajo.
Nace Empoderadas
Dado que muchas mujeres habían acudido, por asesoría legal o laboral, entre otras razones, al Movimiento por la Paz -MPDL- Cantabria, le permitió a nuestra ONG identificar como necesidad que las mujeres migrantes dispusieran de un espacio colectivo propio, para su enriquecimiento y apoyo mutuo, a partir de la reflexión compartida sobre diversa temática y aprendizajes.
Es así como ya hace dos años, en marzo de 2020, el Movimiento por la Paz convocó a las mujeres migrantes y surgió Empoderadas. El Movimiento por la Paz, desde entonces, acompaña al grupo proveyéndoles de cursos, charlas, visitas guiadas y otro tipo de herramientas y espacios para la reflexión del ser mujer, derechos como tal, autocuidado, e incluso actividades lúdicas, así como enlaces de interés para acceder a empleo, vivienda, cursos para calificarse en diversos desempeños laborales, entre otros.
Lemas para el 8-M
En el diálogo del reciente miércoles, entre las mujeres que asistieron, claro, pues dos tercios del grupo estuvo ausente, algunas por no haber obtenido permiso de sus empleadores para salir, afloraron frases que parecieron surgir, con reprimido dolor, de experiencias recién pasadas o aún latentes, como: “Dignidad laboral para las empleadas del hogar”, “Dejen de aprovecharse de nuestra vulnerabilidad y nuestros derechos empiecen a respetar”, “Respeto a nuestras horas de trabajo, el trabajo que hacemos que se refleje en el contrato laboral”, “Emigrar no es por placer, es por necesidad”, “La esclavitud ya terminó ¿por qué seguimos perpetuándola?”, “Mujer, sin empadronarte eres invisible y más vulnerable”, “Al ser inmigrante me siento prisionera, con temor a todo y sin poder trabajar dignamente”, “Al esperar tres años, para solicitar arraigo, hay mucha tregua”.
Seguramente, entre cada frase vertida, y los espacios de diálogos y silencios habidos, muchas pensaron en lo vivido; revivieron las emociones y sentimientos tenidos al emigrar, que les implicó un indescriptible dolor al desprenderse de sus querencias, su entrañablemente amada familia, amistades, conocidos; aquellos paisajes, esos sabores, olores, texturas y sonidos, además de ver truncados sus propios proyectos de vida.
Por sus rostros y en una de las mujeres el llanto aflorando, se puede entender que a este dolor ninguna se acostumbra, nunca acaba, ni se olvida. Y luego, además, a más de alguna se le debe haber cruzado por la mente el sufrimiento que conlleva su actual condición de ciudadana de tercera clase, que ha ido sorteando por meses, años y teme que pueda durar décadas; incluso una de ellas lo expresó de viva voz.
Anhelar el retorno
En la reunión se señaló el hecho de que en Cantabria residen alrededor de quince mil migrantes, la mayoría mujeres, que están trabajando sin contrato laboral, al que se alude como trabajo en negro; y, en consecuencia, se estima que estas personas no tienen NIE, ni permiso de trabajo; y, muchas ni siquiera están empadronadas, por lo que están fuera de esa y toda estadística.
Se dialoga sobre la paradoja con la que se topa toda persona migrante, una vez transcurridos los tres años de residir en España, al tratar de obtener un contrato de trabajo para tramitar su NIE, puesto que es condición tener el NIE para conseguir un contrato de trabajo; concluyéndose en que esta sinrazón legal tiene el propósito de desalentar al migrante para forzarle a retornar a su país.
Cabe pensar entonces, que por tanto tropiezo con que se topan, la mayoría de las mujeres migrantes tienen a flor de piel su sensibilidad emocional y les lastima el rechazo institucional de la sociedad de acogida, así como les vulnera aún más el trato discriminatorio, insolidario y hasta abusivo de no pocos empleadores, arrendadores y funcionarios públicos.
Sin duda alguna, en consecuencia, a más de una se le ocurriría pensar en que, si las condiciones político-económicas y sociales de su país no se hubieran deteriorado al punto de arruinar su forma y medios de vida, e incluso llegar a amenazar su vida misma, no hubiese tenido que emigrar, anhelando que su país retorne a la normalidad para optar por retornar.
Carteles para reclamar derechos
Entre estos pensamientos y sentimientos, permanentemente presentes, las mujeres se conforman en tres grupos, en los cuales se esmeran en la discusión y redacción de los lemas que representarán el sentir y pensar de las mujeres migrantes en el tan esperado día de reivindicación de los derechos de las mujeres.
Uno de los grupos propone: “Ninguna inmigrante fuera del Padrón”. Para llegar a este reclamo se dialoga en torno al hecho de que, al vivir y trabajar en internado, se topa con que la mayoría de los empleadores no permiten usar su dirección para registrarse en el padrón, y mucho menos extienden contrato de trabajo.
En consecuencia, la vida de cientos, incluso posiblemente miles de mujeres migrantes, transcurre siendo estas invisibilizadas por meses y hasta por años. Ello conlleva a que, además de la precaria situación laboral y el escaso bienestar que alcanzan, sean objeto de vejámenes que no pueden denunciar por temor a perder el techo que las cobija, los ingresos que las alimentan a ellas y a sus familias o, incluso, a ser deportadas.
Recuerdan, también, que hay casos en que las mujeres que trabajan sin ser internas, con frecuencia rotan de piso en piso, alquilando una habitación a propietarios empobrecidos o, en muchos casos, a subarrendadores también en situación económica precaria; tal que, en todo caso, el arrendador no les permite usar su dirección para empadronarse.
El segundo grupo aporta: “Dignidad Laboral a las Empleadas del hogar”. Este lema surge de la reflexión tenida sobre lo difícil y dolorosa que es la situación de muchas mujeres que sobreviven en precariedad laboral, teniendo un muy disminuido bienestar, o sea que, en consecuencia, sus vidas transcurren en condiciones de semi esclavitud. Se señala que las más vulnerables son las invisibilizadas, al no estar empadronadas, pues ni siquiera pueden acceder a los servicios de salud, salvo en casos de emergencia.
La precariedad laboral afecta a la mayoría de las mujeres migrantes, porque tienen que soportar jornadas laborales extensas y extenuantes, de 12 o más horas diarias, sin tomar los descansos de fin de semana y de los días festivos; también soportan tratos vejatorios de muchos de los empleadores; sus salarios se pagan muy por debajo del salario mínimo vigente, entre otros derechos laborales suprimidos para las mujeres migrantes.
Y, el tercer grupo contribuye con: “La Ley de Extranjería nos obliga a estar tres años prisioneras”. Se discute sobre las dificultades que tienen que enfrentar muchas, sino todas, las mujeres para llegar al momento de probar su arraigo y dar, por fin, inicio a la regularización tramitando el NIE.
Con tristeza traen a colación cuan descorazonador resulta comprobar que los servicios del ayuntamiento tienen límites en recursos y duración en el tiempo pues, aunque alcanzan para el mínimo vital, son prestaciones que se otorgan por apenas unas cuantas semanas, no llegan ni de lejos a los tres años en que, por fin, se puede gestionar la regularización que confiere un NIE y, por tanto, el ansiado permiso de trabajo.
Entre semanas de desempleo, acudiendo a entidades o conocidos por alimentos y techos temporales, hasta colocarse en uno, y luego en otro, y otro en empleo, por tres años trabajan, bajo la modalidad de internas o no, sin contrato de trabajo, o sea en continuas condiciones de extrema vulnerabilidad y precariedad.
Antes de concluir la reunión de Empoderadas, poco después de las 7 de la tarde, de este entonces aún más frío miércoles, las mujeres acuerdan encontrarse el 8 de marzo, portando las pancartas. En eso una de las mujeres, como suelen hacer las madres latinoamericanas, no puede sino traer a colación un dicho propio de su país, a modo de despedida, y dice: “La vaca nunca debe olvidar que fue ternera, seguiremos en este grupo por las que vienen y por las que vendrán, a seguir luchando porque la vida es lucha para alcanzar la dicha”.